Hoy, 11 de abril, se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Parkinson. Se trata de una enfermedad crónica, de difícil manejo a nivel psicológico, tanto para afectados como para sus familiares. Esto se debe a que provoca una importante disminución de la calidad de vida de las personas que la sufren, y graves pérdidas a nivel motor y cognitivo.
La Enfermedad de Parkinson también puede ocasionar problemas a nivel psicológico. Es por esto que dedicaremos el artículo de hoy a conocer un poco mejor esta enfermedad, las repercusiones psicológicas que puede conllevar, y cómo podemos intervenir sobre ellas.
¿Qué es el Parkinson?
Como ya hemos comentado, el Parkinson es una dolencia de tipo crónico. Además, es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso. Es por eso que en su desarrollo ocasiona síntomas tanto motores como cognitivos. Sin embargo, a día de hoy todavía no se conoce su etiología.
Aunque el Parkinson no es mortal, actualmente, no tiene cura, y los tratamientos existentes son de carácter paliativo. Así pues, las personas diagnosticadas con enfermedad de Parkinson no van a fallecer a causa de ella, pero van a tener que convivir con ella durante muchos años.
La evolución no es lineal, sino que varía dependiendo de la persona. En algunas este proceso es muy lento, y en otras avanza más rápidamente. Y, contrariamente a lo que la mayoría de la gente piensa, no es exclusiva de las personas mayores. Es cierto que más del 70% de la población diagnosticada es mayor de 65 años, pero el 30% restante es más joven (Asociación Parkinson Madrid, 2016).
Síntomas del Parkinson
Aunque todos estamos familiarizados con asociar Parkinson con temblores, esta problemática va mucho más allá de este síntoma motor tan característico.
Otros síntomas menos conocidos pero igualmente frecuentes son los siguientes:
- Rigidez muscular
- Bradicinesia: Lentitud de movimientos voluntarios y automáticos. Falta de expresión de la cara. Escritura lenta y pequeña (micrografía). Torpeza manipulativa.
- Anomalías posturales. Por ejemplo, la inclinación del tronco y la cabeza hacia delante.
- Anomalías al andar. Por ejemplo, ejecutar una marcha lenta, arrastrando los pies.
- Problemas con el equilibrio
- Trastornos del sueño
Sin embargo, todos estos síntomas pueden ir acompañados de diversos problemas asociados, como pueden ser:
- Dolores musculares y/o articulares
- Fatiga
- Estreñimiento y/o incontinencia
- Enlentecimiento de las funciones psíquicas
- Trastornos oculares, de la deglución y/o respiratorios
- Dificultades en la vida sexual
Como podéis observar, el Parkinson no es una enfermedad con la que resulte fácil convivir. Por eso, los problemas psicológicos son frecuentes, y se hace necesario un abordaje por parte de los profesionales de la psicología.
Repercusiones Psicológicas del Parkinson
Ante el diagnóstico de una patología crónica e incurable como la que tratamos en este artículo, son habituales el pesimismo, la desesperanza y el miedo a la muerte y a la evolución de la propia dolencia. En este caso, el miedo a esa evolución puede destacar sobre el resto, ya que en la última fase, la persona es completamente dependiente.
Todas estas reacciones pueden ser factores de riesgo para desembocar en un trastorno depresivo. De hecho, la depresión es el trastorno psicológico más frecuente en los pacientes con Parkinson. Esto se debe a que a estos factores de riesgo se suman las propias características de la patología (alteran los neurotransmisores cerebrales) y posibles efectos secundarios de la medicación.
Otro problema que puede surgir es la ansiedad, en forma de ataques de pánico, angustia, nerviosismo, irritabilidad…Estas dificultades pueden ser más notables en momentos puntuales de mayor estrés: recepción del diagnóstico, complicaciones en la evolución de la enfermedad, pruebas médicas invasivas, ingresos hospitalarios, cambios de la medicación…
También pueden surgir problemas de pareja o de aislamiento social en estas personas. Hay que tener en cuenta que los afectados pueden experimentar sentimientos de inutilidad, y pueden llegar a considerarse un estorbo para sus seres queridos.

¿Cómo intervenimos desde la Psicología?
- Psicoeducación. Disponer de toda la información sobre la enfermedad es vital para un afrontamiento positivo y adaptativo de la misma. Una buena psicoeducación con el paciente y su familia es clave para este proceso.
- Técnicas de relajación. Proporcionar a la persona una serie de herramientas para poder reducir sus niveles de ansiedad mejorará notablemente su calidad de vida. Además, le servirá para fomentar su autoeficacia percibida, al comprobar que es capaz de manejar su ansiedad.
- Intervención con familiares y cuidadores. No es fácil asumir esta patología desde la perspectiva de un familiar, y mucho menos ejercer la tarea de cuidador. Por eso, realizar un abordaje con la familia, proporcionarles habilidades de afrontamiento y de solución de problemas, mejorarán el clima familiar, y la calidad de vida de paciente y cuidadores.
- Grupos de apoyo. Los grupos de apoyo son una estrategia de gran utilidad en el afrontamiento de enfermedades crónicas. Permiten a la persona afectada compartir sus experiencias, comprobar que no es el único que vivencia esas situaciones, y aprender de sus compañeros. Esto, además de suponer un canal de desahogo emocional, fomenta la participación social.
- Psicoterapia. En aquellos casos en los que se detecte un trastorno psicológico de mayor gravedad, como es el caso de la depresión, es necesario intervenir a nivel individual mediante terapia psicológica.
Referencias
- Asociación Parkinson Madrid (2016, abril, 7). El Parkinson. Recuperado de: https://www.parkinsonmadrid.org/el-parkinson/el-parkinson-definicion/